Las estrellas no solo salen por la noche

En la vida, a veces nos encontramos con obstáculos que nos impiden ver la belleza y las oportunidades que nos rodean. 

Este relato entre un abuelo y su nieto nos recuerda que, aunque las estrellas no siempre sean visibles, siempre están ahí, brillando en el cielo.


Lucas estaba sentado en el porche de la casa de su abuelo, observando cómo las gotas de lluvia caían suavemente sobre el jardín. El cielo estaba cubierto de nubes grises que parecían reflejar su estado de ánimo. Era uno de esos días en los que todo parecía ir mal.

En la escuela, había tenido una discusión con su mejor amigo, y el profesor le había llamado la atención por no entregar su tarea a tiempo. Además, había perdido su partido de fútbol, lo que le había dejado un sabor amargo. Sentía que todo se acumulaba, y la tristeza y la frustración lo abrumaban.

Mientras miraba las flores del jardín empapadas por la lluvia, Lucas se preguntaba por qué las cosas no podían ser más fáciles. Suspiró profundamente, sintiendo un nudo en la garganta. En ese momento, escuchó los pasos familiares de su abuelo Tomás acercándose.

Abuelo Tomás, con su andar tranquilo y su sonrisa siempre presente, se sentó junto a Lucas en el porche. No dijo nada al principio, simplemente observó el jardín junto a su nieto. Después de unos minutos de silencio compartido, decidió romper el hielo.

  • “Lucas, ¿qué te pasa?” preguntó con suavidad, mirando a su nieto con ojos llenos de comprensión.

Lucas levantó la vista y vio la preocupación en el rostro de su abuelo. 
  • “Es que nada parece salir bien, abuelo,” respondió con un suspiro. “Todo está oscuro y no veo ninguna solución a mis problemas.”

Abuelo Tomás asintió lentamente, como si entendiera perfectamente lo que Lucas estaba sintiendo. 
  • “A veces, los días pueden parecer muy grises, pero eso no significa que no haya luz detrás de las nubes,” dijo, señalando el cielo cubierto.

Lucas frunció el ceño, sin entender del todo lo que su abuelo quería decir. Abuelo Tomás y Lucas se quedaron en silencio por un momento, escuchando el suave golpeteo de la lluvia sobre el techo del porche. El jardín, normalmente lleno de colores vibrantes, ahora parecía apagado bajo el cielo gris. Sin embargo, había algo reconfortante en la presencia tranquila del abuelo.

  • “¿Sabes, Lucas?” dijo Abuelo Tomás finalmente, rompiendo el silencio. 
  • “Cuando era joven, también tenía días en los que todo parecía ir mal. Pero aprendí algo importante que me ayudó a superar esos momentos.”
Lucas miró a su abuelo con curiosidad. 
  • “¿Qué aprendiste, abuelo?”

Abuelo Tomás sonrió y señaló hacia el jardín.
  •  “Aprendí que, aunque no siempre podamos verlas, las estrellas siempre están ahí, brillando en el cielo. A veces, las nubes o la luz del día las ocultan, pero eso no significa que hayan desaparecido.”

Lucas frunció el ceño, tratando de entender lo que su abuelo quería decir.
  •  “¿Y eso qué tiene que ver con mis problemas?”
  • “Todo, Lucas,” respondió Abuelo Tomás. 

  • “A veces, nuestros problemas y preocupaciones son como esas nubes. Nos impiden ver las soluciones y las oportunidades que siempre están ahí, esperando a ser descubiertas.”

Lucas suspiró profundamente y miró a su abuelo. 
  • “Es que hoy ha sido un día horrible, abuelo. Me peleé con mi mejor amigo, el profesor me regañó por no entregar mi tarea a tiempo, y perdimos el partido de fútbol. Siento que todo está en mi contra.”

Abuelo Tomás asintió, escuchando atentamente. 
  • “Entiendo, Lucas. A veces, parece que todo se acumula y se vuelve abrumador. Pero quiero que recuerdes algo importante: los problemas son temporales, y siempre hay una manera de superarlos.”

Lucas asintió lentamente, comenzando a ver un rayo de esperanza en medio de su día gris.
  •  “Supongo que tienes razón, abuelo. Tal vez solo necesito cambiar mi perspectiva y buscar las estrellas detrás de las nubes.”

Abuelo Tomás sonrió y le dio una palmadita en el hombro. 
  • “Exactamente, Lucas. Nunca olvides que, aunque no siempre puedas verlas, tus estrellas siempre están ahí, brillando para ti.”

Lucas se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de su abuelo. 
  • “Entonces, ¿cómo puedo encontrar mis estrellas, abuelo? ¿Cómo puedo ver más allá de las nubes?”

Abuelo Tomás sonrió y le dio una palmadita en el hombro. 
  • “Primero, necesitas calmar tu mente y dejar de enfocarte en los problemas. En lugar de eso, busca las pequeñas cosas que te traen alegría y esperanza. Habla con las personas que te importan, como tus amigos y tu familia. Pide ayuda si la necesitas y no tengas miedo de cometer errores. 
Lucas asintió, comenzando a entender la lección de su abuelo. 
  • “Supongo que tienes razón, abuelo. Tal vez he estado demasiado enfocado en mis problemas y no he visto las soluciones que están justo frente a mí.”

“Así es, Lucas,” dijo Abuelo Tomás. 
  • “Recuerda que, aunque las nubes puedan ocultar las estrellas, siempre están ahí, brillando para ti. Solo necesitas tener la paciencia y la fe para encontrarlas.”

Lucas sonrió, sintiendo una nueva esperanza y determinación. 
  • “Gracias, abuelo. Prometo que intentaré buscar mis estrellas, incluso en los días más grises.”

Lucas y su abuelo continuaron caminando por el jardín, disfrutando del aire fresco y el sonido de la lluvia que comenzaba a amainar. Lucas se sentía más ligero, como si una carga se hubiera levantado de sus hombros. Las palabras de su abuelo resonaban en su mente, dándole una nueva perspectiva sobre sus problemas.

  • “Abuelo, voy a intentar hablar con mi amigo y resolver nuestra pelea. También voy a pedir disculpas a mi profesor y trabajar en mi tarea. Y en cuanto al fútbol, seguiré practicando y mejorando.”

“Eso es lo que quería escuchar,” dijo Abuelo Tomás con orgullo. “Recuerda que siempre hay una manera de superar los desafíos, incluso cuando parecen insuperables.”


Con el tiempo, las nubes comenzaron a dispersarse y un rayo de sol se filtró a través del cielo gris. Lucas miró hacia arriba y sonrió, sintiendo que el sol reflejaba su nuevo estado de ánimo. Se dio cuenta de que, aunque las nubes habían ocultado el sol, este siempre había estado ahí, esperando a brillar de nuevo.

  • “Abuelo,” dijo Lucas, “creo que he encontrado mis estrellas. Están dentro de mí, esperando a brillar cuando las nubes se despejen.”

Abuelo Tomás sonrió y le dio un abrazo. 
  • “Así es, Lucas. Nunca olvides que tienes un brillo interior que siempre está ahí, incluso en los momentos más oscuros. Solo necesitas tener la paciencia y la fe para dejarlo salir.”

Lucas se sintió lleno de esperanza y gratitud. Sabía que, con la sabiduría de su abuelo y su propia determinación, podría superar cualquier desafío que se le presentara.



Mientras el sol comenzaba a brillar con más fuerza, Lucas y su abuelo regresaron al porche, sintiéndose más conectados y fortalecidos. Lucas sabía que, aunque los días grises seguirían apareciendo, siempre tendría la capacidad de encontrar sus estrellas y dejar que su brillo interior iluminara su camino.

“Recuerda siempre que, aunque las nubes puedan ocultar las estrellas, ellas nunca dejan de brillar. Y tú, al igual que ellas, tienes un brillo interior que siempre está ahí, esperando a iluminar tu vida.”

Comentarios

Entradas populares de este blog

Maníacos del baile

Más allá de un simple ‘Estoy Bien’

El amor eterno de Jade