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Íryan & Syrius y sus Destinos Entrelazados

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Tejiendo Hechizos de Luz En un rincón acogedor de Badalona, donde las calles serpenteaban como hebras de un tapiz encantado, vivía un gato llamado Syrius, con una familia que tenía una niña muy tan especial como él y que se llamaba Íryan. Syrius, no era un gato común, pues tenía la habilidad de escribir, un don heredado de su madre, una gata de ojos misteriosos que servía a una bruja.  La familia que lo adoptó no sabía de su habilidad secreta. Aunque la niña de la casa, Íryan, era una pequeña con una chispa de magia en su interior, y como dice el dicho, la magia llama a la magia. Syrius se sentía cómodo en su nuevo hogar, pasando sus días entre siestas y travesuras. Un día, mientras Íryan escribía una carta, dejó caer accidentalmente un frasco de tinta y un pergamino en el suelo. Syrius, movido por una curiosidad innata, puso sus patas sobre el pergamino y, para su sorpresa, comenzó a escribir palabras que danzaban con gracia y misterio. Íryan observó asombrada cómo su gato trazaba let

Cómo conquisté la casa y el corazón de Karey. Por Syrius 🐈

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Hola, me llamo Syrius y soy un gato. Bueno, así es como me llaman los humanos. Yo me considero un ser libre y aventurero, que no se deja dominar por nadie. Bueno, casi nadie. Hay una gata que me tiene un poco loco, pero eso es otra historia. Os voy a contar cómo llegué a esta casa, donde vivo con una familia de cinco humanos y una gata. Es una historia llena de emociones, sorpresas y diversión. Espero que os guste. Todo empezó cuando vivía en un centro de acogida. Era un lugar triste y aburrido, donde había muchos gatos como yo, que habían sido abandonados o maltratados. Allí no había mucho que hacer, solo comer, dormir y esperar a que alguien nos quisiera. Un día, una familia de cinco humanos vino a visitarnos. Eran dos adultos, dos niños y una niña. Se pasearon por el centro, mirando a los gatos con curiosidad y compasión. Algunos gatos se acercaron a ellos, buscando su atención y su cariño. Otros se alejaron, temiendo su rechazo y su crueldad. Yo me quedé en mi rincón, observándolos